Parecía que no iba a llegar nunca, que el fresco no iba a irse jamás, pero al final, aquí está en todo su esplendor: el verano achicharrante. Aquí en Madrid entre temporales, tormentas y bajadas de temperatura por sorpresa no nos ha dado tiempo a hacernos mucho a la idea, pero lo cierto es que este año no hemos dado tiempo ni al 40 de mayo para sacar las chanclas y correr raudos y veloces a la heladería más cercana. Porque el verano es la actitud, da igual que estés trabajando como siempre, o más, que no tengas jornada reducida (jajajaja) y que a estas alturas del curso tengas que pedirle permiso a una pierna para poder mover la otra, no, da igual, ya estamos todos en modo vacaciones.
Y en clase pasa un poco lo mismo. La mayoría de nuestros alumnos del invierno han vuelto a sus países (misteriosamente, más morenos que nosotros) y los que quedan están quemando (literalmente) sus últimos días aquí, y ¿por qué no decirlo? las tarjetas de crédito, que para eso estamos en rebajas. Empezar los grupos de verano supone recibir a muchos alumnos nuevos que seguramente, solo van a estar aquí un par de meses, conocerlos e irte de vacaciones un mes después, desbordada de alegría pero con un extraño sentimiento de remordimiento porque los abandonas, especialmente cuando tienes uno de esos grupos maravillosos, que te alegran el día. Y es que, hay que reconocerlo, los grupos del verano son otra cosa.
Son los grupos de las vacaciones, los que todos los días se van juntos de cañas después de clase y los fines de semana de viaje o de fiesta. Los que aparecen los lunes rojos como cangrejos y con los que tienes que ir luego a la farmacia dando gracias de que no sea al hospital.
Los grupos del verano hablan más, preguntan más, participan más. Vienen por poco tiempo, o necesitan aprender para empezar la universidad en septiembre, o en su nuevo trabajo, y lo absorben todo como esponjas. Con los grupos de verano puedes ser más creativa, puedes arriesgar más, porque ellos quieren aprender mucho, pero el modo vacaciones también le afecta a ellos y así todo fluye como debería fluir siempre. Por eso mis clases de verano son el ejemplo que quiero seguir todos los septiembres y este año el reto será convertir a mis alumnos en los alumnos del verano, porque ¿acaso la clase de español no deberían ser sus vacaciones?
Para la próxima entrada estamos preparando alguna actividad para el verano que queremos compartir con vosotros ¿Alguna sugerencia? sabéis que son siempre bienvenidas ¿qué se os ocurre? ¿Qué cosas especiales hacéis en clase estos días? ¿Con qué actividades triunfáis por estas fechas?