Tengo que reconocer que llevo tiempo posponiendo esta entrada porque me resulta muy complicado discutir el tema sin levantar ampollas, y mucho más encontrar la respuesta perfecta, pero bueno, soy una mujer valiente y me voy a lanzar.
Que el español mantiene expresiones sexistas es cierto. Un lenguaje es fruto de su cultura y de la sociedad a la que sirve como vínculo de comunicación, y nos guste o no, venimos de una cultura machista (ojo, como el 99,9% de las que conozco). Estoy de acuerdo con que expresiones como “ser un zorro/ ser una zorra” deberían ser desterradas cuanto antes aun estando más o menos claro que hoy en día nadie las utiliza pensando en el sexo.
Con el género de las profesiones ocurre lo mismo. Hasta hace pocos años las mujeres mayoritariamente no trabajaban, eran amas de casa pero eso ha cambiado y ahora no es una locura que haya juezas, médicas, ejecutivas… pero seamos sinceros ¿a que seguís parándoos a pensar cada vez que habláis de una bombera, una fontanera o una mecánica? Bien, seamos realistas, también lo hacemos al hablar de un amo de casa, un niñero o un azafato, ¿qué pasa, los hombres no realizan esos trabajos? Claro que sí, pero en este caso entendemos que el cambio en el lenguaje avanza al mismo ritmo que el cambio en la sociedad, y que en unos pocos años habrá tantas mecánicas, como amos de casa y serán términos absolutamente normales.
Como hemos dicho, el lenguaje evoluciona constantemente pero para que un cambio se haga estable y definitivo se deben cumplir una serie de requisitos de productividad y necesidad y lo siento, pero creo que no es necesario entrar en una clase diciendo: hola chicos y chicas.
No sé qué pensar cuando escucho argumentos como que el género masculino excluye a la mujer cuando es evidente que si hay un género exclusivo es el femenino. Por suerte, parece que poco a poco el sentimiento de ridículo que causan estos desdoblamientos inútiles se está extendiendo entre todos (aunque parece que no entre los políticos en campaña), también parece claro que las arrobas y asteriscos son aberrantes así que las universidades y otras entidades relacionadas con la enseñanza se han lanzado a la tarea de buscar soluciones que desde luego convierten el idioma en algo casi extraterrestre: sustituir la expresión: “solicitante de beca” por “persona que solicita la beca” me hacen preguntarme si hay “algo” más que personas que puedan solicitar una beca, ¿o acaso finalmente se ha encontrado vida inteligente más allá de nuestro planeta y yo no me he enterado? ¿por qué tengo que sustituir la palabra alumno, por estudiante cuando la primera no solo no tiene ninguna connotación negativa sino que además se adapta mejor a lo que quiero expresar? Este tipo de cambios que se intentan imponer resultan tan ajenos y anormales que apenas están implantados en nuestra vida diaria, en algunos casos encontramos despropósitos como esta foto:

Foto tomada el 12 de mayo de 2014 en el hospital universitario de Móstoles
Con todo esto no quiero decir que no haya que cambiar nada. Es evidente que hay que cambiar cosas, pero estos intentos de reforma radicales no son la manera. Tal vez cuando las mujeres en los países de lengua hispana tengan las mismas posibilidades de acceder a puestos directivos, o cuando los hombres tengan las mismas posibilidades de criar a sus hijos sin ser tachados de mantenidos, el sexismo desaparezca también del lenguaje y dejemos de ver fantasmas tras cada palabra.
Para leer más, os recomiendo estos dos artículos de ‘El País’: